HOMENAJE A LOS MAESTROS (por D. José María Robledo Sacristán)

RETROSPECTIVA

MAESTROS  Y  MAESTRAS   NACIONALES  DE  ENSEÑANZA PRIMARIA

José Mª Robledo Sacristán

Inspector de Educación jubilado

El contenido de este artículo está dedicado especialmente a todos los MAESTROS Y MAESTRAS NACIONALES DE ENSEÑANZA PRIMARIA que ejercieron su profesión, principalmente en las escuelas rurales, entre los años 1950 y 1970.

MAESTROS Y MAESTRAS, porque al estar en esos años la enseñanza diferenciada por sexos había Maestros para los niños y Maestras para las niñas. De hecho, había concursos de traslados  diferentes y escalafones distintos.

NACIONALES, porque su ejercicio profesional podían hacerlo en todo el territorio español al ser destinados o poder elegir en los concursos de traslados las poblaciones, provincias o regiones que les interesaran.

DE ENSEÑANZA PRIMARIA, porque este nivel educativo estaba regido por la Ley de Educación Primaria de julio de 1945 que establecía una educación obligatoria de 6 a 12 años de edad impartida por Maestros y Maestras y después, la Ley General de Educación de agosto de 1970 estableció el nivel de Educación General Básica obligatorio de 6 a 14 años de edad, y los Maestros pasaron a llamarse Profesores de Educación General Básica.

Como el acceso al Cuerpo Nacional de Maestros y Maestras de Educación Primaria se hacía mediante oposición sus inicios profesionales solían hacerse en zonas rurales, casi todas agrícolas, carentes algunas hasta de transportes públicos. Sus destinos primeros eran escuelas unitarias de niños o de niñas, como así se denominaban oficialmente, habiendo en las localidades más grandes Escuelas Graduadas con más unidades escolares. El cambio a otras localidades se hacía normalmente mediante concurso nacional de traslados diferenciado para los que se tenían en cuenta sus años de servicios u otras circunstancias.

La labor que hicieron estos Maestros y Maestras en los pueblos es digna de elogio teniendo en cuenta que su trabajo se realizaba en condiciones, a veces poco favorables, en edificios escolares no específicos, con deficiencias en limpieza, calefacción, elevado número de alumnos de diversas edades y escaso material escolar, que ellos y ellas suplían con su imaginación utilizando los recursos que el entorno rural les ofrecía.

Su figura, en general, era muy bien aceptada y reconocida en los pueblos porque su labor trascendía de la escuela a la misma localidad centrándose no sólo en la educación de sus alumnos, sino que a veces su influencia social era utilizada por los vecinos en la solución de alguno de sus problemas personales, familiares o sociales. Eran capaces también de organizar exposiciones escolares, pequeñas obras de teatro, coros infantiles, iniciación de algún deporte, promoción de agrupaciones culturales en el pueblo, etc., etc.

El respeto social y agradecimiento popular a estos docentes ha quedado patente mediante las diversas manifestaciones públicas de sus alumnos, en representaciones esculturales y en las numerosas calles que llevan sus nombres por las localidades de todo el territorio español.

Es verdad que la sociedad ha evolucionado mucho desde entonces hasta ahora en todos los campos, entre ellos el educativo, pero su labor ha sido precursora de actividades educativas e instructivas que se han ido introduciendo y mejorando en el sistema educativo actual. Porque, aunque su formación y preparación profesional fue distinta a la actual y no eran especialistas como ahora, ni disponían de los medios materiales ni tecnológicos de que ahora se dispone, estos Maestros y Maestras al tener en sus aulas un elevado número de alumnos, tenían que organizar su trabajo escolar agrupándolos según sus edades, conocimientos y aptitudes u otras circunstancias. Y aunque entonces no se conocían ni se nombraban se hacían en el aula, de alguna manera, actuaciones de compensación educativa, adaptaciones curriculares, enseñanza cooperativa, integración  escolar, promoción  educativa , orientación escolar y educación de adultos en los meses de invierno.

En aquellos años, aunque su sueldo era exiguo, tenían otros reconocimientos, promociones y ayudas que algunas se han ido perdiendo y otras han ido cambiando:

  • Tenían derecho a matrícula gratuita para ellos y sus hijos en los centros públicos de enseñanzas medias y universitarias.
  • Tenían derecho a casa habitación en edificios específicos o viviendas proporcionadas por los ayuntamientos.
  • Podían trasladarse a localidades más grandes mediante oposiciones, a localidades de 10.000 habitantes o mediante oposiciones a las Escuelas Anejas de las Escuelas Normales de Magisterio.
  • Podía acceder al Cuerpo de Directores Escolares mediante oposición.
  • Tenían reservado un porcentaje de vacantes para que los Maestros y Maestras consortes pudieran coincidir en la misma localidad.
  • Tenían la posibilidad de acceder a la Universidad para estudiar Pedagogía mediante un examen de ingreso.
  • Podían acceder a las convocatorias de licencias por estudios universitarios de clases A, B y C según el tratamiento económico que recibían.
  • A propuesta de la Inspección de Educación Provincial se concedían votos de gracia, para los Maestros y Maestras que destacaban por su excelente labor pedagógica y que puntuaban para los concursos de traslados.
  • También a propuesta del Servicio Provincial de Inspección, todos los años se proponía la concesión de la medalla de Alfonso X el Sabio para un Maestro o Director y la propuesta de la concesión de la medalla de Isabel la Católica para una maestra o Directora, para los que de manera especial destacaban por su larga y ejemplar trayectoria profesional.

Desde entonces hasta ahora los tiempos y la sociedad han cambiado  mucho  y, en consecuencia, la educación también, todo ello para mejor, pero con este breve artículo he querido  resaltar un momento determinado de nuestra historia de la educación para información de generaciones posteriores de Maestros y Maestras y de la sociedad en general.

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Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Antonio Machado

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